Supuestas palabras de bienvenida...

Te invito a que pases y leas, a ver si hay algo que te despierte una emoción y quizás que la quieras comentar.

27 may 2011

Sus Pensamientos

Yo lo tendría que haber imaginado, era demaciado obvio. Eran, las excusas, siempre las mismas: shopping con Sofi, almuerzo en Puerto Madero con Clau o a visitar a Maru en Caceros...
Esto pasaba enfrente de mis ojos, pero yo los tenía cerrados...
Apenas hace unos minutos que colgué el teléfono, me llamó un amigo y me dió la noticia, la vió abrazada de otro hombre, besandolo justo después de que ellos salieran de un motel... Este día Claudia almorzó sola al lado de los barcos.
Mi amigo iba a seguir contando como era él, pero a mi eso ya no me interesó. Me imaginaba como sería con solo saber como era ella. Al fin y al cabo, es mi esposa, ya no tanto mía. No es alguien atlético, ni el alma de una fiesta, sería un intelectual o un pintor. Lo conoció probablemente en la galería de arte donde trabaja. Lo presentó la dueña del lugar, y él la cautivó con sus pensamientos. Todo esto podía imaginar yo, ahora, apoyando la cabeza sobre la puerta del refri. El aparato ronroneaba con un zumbido molesto, no lo soporté mas y me fui caminando hasta el estudio. Pasé por el comedor, por el pasillo y entré a mi estudio, me senté en mi silla. La luz entraba muy fuerte por la ventana y la habitación quedaba muy iluminada. El calor me irrita mucho durante el verano, siempre preferí el invierno. La habitación nada pequeña tenía las paredes forrada de los estantes llenos de libros y enciclopedias. El escritorio de roble, brillante, tenía encima el computador portátil, donde guardo mis pensamientos de escritor para futuras obras. Cerré mis ojos ante esa luminosidad tan molesta para mis ojos.
Recuerdo ahora los nacimientos de mis dos hijos, Lautaro y Nicolás de 6 y 8 años. Los amo a los dos, claro está para el que me vea con ellos, haría lo que fuera para que sean felices, para que tengan un buen futuro. El que me separara de su madre, sería devastador para ellos, terminarían culpandome de todo. Su infelicidad me mataría, no lo soportaría. A esta altura del día tomé una decisión, no tengo opción. Por la felicidad de mis hijos, tendré que soportar esto, no diré nada, permaneceré callado, simulando no saber la verdad. Mi esposa, la persona que prometió amor eterno y acompañarme por siempre, me traicionó. Mis ojos lloraron, mi corazón se partió. Me levanté y caminé hacia la cocina de vuelta. Mi cuerpo iba demaciado lento para mi mente que deseaba correr y escapar. Mi estómago quería devolver lo que no tenía. No había comido nada. Apenas si había llegado a casa del club cuando había sonado el teléfono.
Me lavé la cara y me sequé. Prendí la ornalla y coloqué una cacerola con agua. Ahí me di cuenta de que llevaba todavía el equipo de fútbol. Me bañaría luego, primero la comida. Ya hirviendo el agua, saqué los fideos del empaque, los parti y los metí al agua. Me quedé parado ahí en la cocina, pensando y recordando las palabras de mi amigo nuevamente...