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Te invito a que pases y leas, a ver si hay algo que te despierte una emoción y quizás que la quieras comentar.

4 nov 2012

La Felicidad

Yo seguí mis días como debían de ser, ambos por su lado, separados ella y yo. Dolía el pensarle, el verle, el escucharle. Pero no podía hacer nada, me lo prometí a mi mismo. Me lastima, sé que a ella no le importé, por lo tanto debo alejarme de ella, olvidarle, y si algún día mi cabeza se pone en orden, podremos hablar. Los días pasaban normales, casi de forma repetitiva por el orden que llevaban las cosas, a veces había pequeñas alteraciones sin importancia. Un trabajo, información, tarea, reuniones, salidas. Por coincidencias estábamos en el mismo círculo. Un día la alteración fue más notable.
En el colegio por la mañana, las primeras horas pasaron normales, hasta el segundo receso. Dentro del salón todavía a minutos de salir al recreo, las cosas se dieron muy extrañas, hablando con un compañero sobre los planes a futuro sobre proyectos que podríamos realizar juntos, a sus espaldas estaba ella, y mi mente me traicionó mirándola. Mi compañero no lo notó y siguió hablando, pero en el momento, yo dejé de escucharle, solo podía prestar atención a la belleza de ella. ¿Cómo puede ser que las cosas terminaran así? Todo parecía perfecto, pero obviamente solo yo lo veía así. Me le quedé mirando un rato, mientras hablaba con otro amigo, y mientras hablaba, por un segundo, ella dirigió sus ojos hacia mi. Y nuestras miradas se cruzaron. No hizo nada más que apartar la vista, casi al instante, pero en esa mirada mi mente se perdió. Mi amigo lo notó entonces, se dio vuelta y entendió la razón.
-Si no resultó, ya es momento que la olvides- me dijo, entre preocupado y enfadado. Él sabe hace cuanto estuve así y cuanto la he querido a ella.- No te hace ningún bien, mírate, hablamos cuando te tranquilices.
Acto seguido se sentó en su banca, y se puso a escuchar música.
Le agradecí el gesto, cuando no estoy bien, me gusta estar sólo. Lo último que quiero es compartir éste enfado y éste odio conmigo mismo. Sólo quisiera agarrar un cuchillo y atravesar mi brazo con él, con todas mis ganas, y todas mis fuerzas. Sentir la sangre escurrir por mis manos, pero no, tengo que volver al mundo real, no permitirme esos pensamientos. La miré a ella de nuevo, y ella me estaba mirando, y así nos quedamos, mirándonos, era fácil leer en mis ojos, que yo a ella la amaba todavía. Si ella me diera una señal, le perdonaría los días de tormento que había tenido, como me había hecho sentir todo éste tiempo. Todo, y me tiraría a sus pies. Pero no, sus ojos, no se podían leer, ni sus facciones siempre sonrientes al mundo, ahora serias, mientras se decidía a voltearse, y seguir hablando con su amigo. Me senté, pasé mis manos sobre mi cara, tratando de despertar de éste hipnotismo. Entonces sonó el timbre. Todos los que todavía seguían sentados se levantaron, y se fueron, pero un pequeño grupo se quedó un poco más, de repente vi a una de mis amigas más queridas entrar e ir a hablar con mi compañero de forma urgente, no los interrumpí. mas que para saludar con un beso a mi querida amiga, y salí por la puerta, pasando al lado de la chica por la que daría todo sin mirarla.
Normalmente correría por las escaleras, saltando de cinco en cinco y cayendo de forma ruidosa al final de los escalones, pero esta vez me fui despacio, ni siquiera bajé hasta que ya casi no había nadie que bajara del resto de los salones. Fui escalón por escalón, midiendo cada paso, lentamente, y escuché a mis espaldas que salían los últimos de mi clase, entre ellos, esa chica. Pero no escuché su voz. No me giré, pero cuando di la vuelta para bajar los últimos escalones, sentí una mano que me agarró del brazo derecho, y me obligó a parar, todas las luces a mi alrededor se hicieron más brillantes, manos blancas, pequeñas, casi frágiles. Supe que fue ella, no entendía nada, contuve mi cara, y permanecí serio. Me di vuelta, ella me siguió sosteniendo mi brazo con su mano izquierda, pero no me miraba a mi, miraba el suelo. Mis amigos seguían a mitad de las escaleras.
Me pregunté de qué se trataría esto, y porque me hablaría después de tanto tiempo.
-¿Qué sucede?- tratando de forzar mi voz más dura, y fría, pero sin conseguirlo.
Siguió sin mirarme, mientras me decía:
-Tenemos que hablar.- Mientras su mano se cerraba más en mi brazo.
-No sé de que tendríamos que hablar, niña, ya está todo en claro y no sé que más decirte.- le dije, mirándole a la cara, que seguía sin mirarme a los ojos.- Decime, ¿Qué?.
No sé explicar exactamente lo que sucedió, pero me miró y sentí muchas cosas, cosas tan complicadas que mueven el alma desde lo más profundo de ella. La vi tan hermosa, mi respiración se complicaba como si tuviera un enorme peso sobre el pecho, sus ojos, esa mirada me robaba el sueño, cada facción de su rostro era tan irresistible, y sus labios, me daban un impulso casi imposible de bloquear. Ella se acercó, y escuché cuando dijo 'perdón', justo antes de besarnos. Podía sentir su beso sobre mis labios. Una sensación recorrió mi cuerpo y me hizo templar, pero no era malo, era solamente extraño. Se aparto de mi, y me soltó, me miró, su mirada, denotaba distintas emociones, estaba confusa, y sorprendida. Pero antes darle la oportunidad que lo pensara, la besé yo y la tomé de la cintura. Sentí una felicidad inmensa, y todo el patio se iluminó incluso más, hasta el punto que todo lo que el Sol tocara se hizo blanco. La abracé despacio, y me abrazó de vuelta, nos quedamos así un momento, pero llegó un momento que nos separamos, la miré y sonreí y me dio una sonrisa también. Ella se quedó hablando con mi amiga querida, y yo me bajé al patio y busqué a mi mejor amigo. El resto del día pasó y se terminó, el colegio se acabó, pero no tuve más oportunidad de hablarle. Se tenía que ir rápido.
El día siguiente no hablamos hasta el primer recreo, nos quedamos en los pies de las escaleras, pensando que decir, era extraño, luego de meses, nuevamente le pregunté si quería ser mi novia. Respondió que sí. La abracé y bese nuevamente, la agarré de la cintura y la levanté, giré con ella y la besé mientras girábamos. Ya ella en el piso, me abrazó, me di cuenta que mis amigos no bajaron de las escaleras aún. Quería darles la noticia, pero al fijarme, las escaleras no estaban, sólo un vacío negro. La vi a ella y me miró asustada, entendí todo, no sé como, pero entonces lo entendí, luché contra ese pensamiento, la besé de nuevo, pero noté como el suelo se ennegrecía y desaparecía, la vi a ella de nuevo, y empecé a llorar, la sostuve conmigo, no la quería soltar, pero solo pude atravesar su imagen. No era real, y era hora. La última imagen de ella desaparecía enfrente mío y era reemplazado con un vacío negro, no podía ver ni mis manos en la oscuridad. Y todo lo ocurrido volvía a mi mente. El día, la noche, cosas que no ocurrieron, clases, todo vacío, y su mirada. Traté de resistir, llenar el vacío, pero no había ningún recuerdo. Todo fue un sueño, cada momento de felicidad no existió, empecé a gritar en mi mente, sentí el roce de la tela al moverme, sobre mi cara, mi pecho, y mis pies, con mi mano agarrada con fuerza a las sábanas, empecé a temblar nuevamente, una lágrima cayó, y era absorbida por la tela. Me levanté con ambos brazos, y me quedé mirando mi cama, sentí el Sol en mi espalda, pasando por el traga luz. Todo fue un sueño. Un sueño. Es demasiado para mí. La felicidad no era real, pero el sentimiento que siento por ella si, y sé que eso no ocurrirá, no ocurrirá...